EL CASO DE LUZMILA NO AVANZA DESDE HACE CUATRO AÑOS

El 10 de octubre de 2016, Luzmila Ramírez, oriunda de Quevedo, provincia de Los Ríos, se comunicó por última vez con su hermana Alexandra Cevallos por llamada, a eso de las 9:17.

La joven de 18 años salió de la vivienda de una familiar, en Huaquillas, para diri- girse a la Universidad Técnica Estatal de Machala, en Machala. Allí tenía previsto inscribirse en la escuela de Ciencias Médi- cas y mudarse a esa ciudad.

Su sueño era convertirse en médica y el cupo lo obtuvo con un puntaje de 826 sobre 1.000. Lo último que recuerda su hermana Alexandra es la voz de Luzmila diciéndole que se había terminado el plan y si podía realizarle una recarga. “Entonces yo le dije: ‘ñaña, ahora voy a la escuela con mi hijo, a lo que salga a las 12:00, te hago la recarga y yo te llamo de nuevo”, recordó.

Al medio día, Alexandra llamó a Luzmila como lo había acordado, pero no contes- tó…Han pasado cuatro largos años y no ha vuelto a contestar su teléfono. Desapareció. ¿Qué ocurrió? Según Alexandra, la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violen- tas, Desapariciones, Extorsión y Secues- tro (Dinased), determinó que la última lla- mada que contestó Luzmila fue al ingre- so de la universidad. “Ella me dijo: ‘estoy recién llegando’, da a entender que se ha bajado del transporte y está en las afue- ras de la institución”.

A las 23:50 del mismo día, Alexandra recibe una llamada de la familiar donde se hospedaba Luzmila diciéndole que su hermana no había llegado y que segura- mente “se fue con un novio’, lo que todos piensan. Pero para nosotros eso fue muy raro, ella estaba enfocada en sus estu- dios, tenía planes, metas, no conocía a nadie allá en Machala… no nos gustó la idea, nosotros en Quevedo esa noche no dormimos”, recordó. A las 05:30 de la mañana siguiente, 11 de octubre, Alexandra con una minúscula esperanza vuelve a realizar la llamada a Huaquillas. Lo que más temía: Luzmila no había llegado.

En ese momento, sus fami- liares se acercaron a la Dinased con poco conocimiento del tema, pero le informa- ron que tenía que poner la denuncia en el lugar donde la vieron por última vez, es decir, en Huaquillas. “Eran ocho horas de viaje, así que lla- mábamos a la señora donde se hospe- daba para que nos colabore en poner la denuncia, pero nadie lo hizo. Lo peor es que tenía familiares de parte del papá en Santa Rosa, pero tampoco quisieron cola- borar, todos pensaban que se había ido con un novio, pero no fue así, nosotros sabíamos que no era normal”, manifestó.

Investigaciones tardías y poca empatía A las 15:30 la mamá de Luzmila viaja a colocar la denuncia en Huaquillas, el últi- mo lugar donde fue vista, aunque con- testó la llamada en Machala. Llega a las 22:00 a la Fiscalía, pero el 13 de octubre (2 días después) se le asignó un agente investigador. Sin embargo, Alexandra cuenta que la actuación del investigador no fue empática ni colaborativa desde el primer momento.

“Huaquillas pese a ser un cantón fronterizo, en ese tiempo sólo tenía un investigador de personas desapareci- das. Recuerdo que el policía lo único que dijo fue que ella ya se fue con el novio”. Entre las investigaciones recuerda que el policía le comentaba que el teléfono de Luzmila, un Samsung J1, se encontraba en Perú, pero que sólo tenían tecnología ‘sofisticada’ para Ecuador, “fuera del país nada podían hacer”.

Ante la desesperación, los familiares de Luzmila viajaban de Quevedo a Hua- quillas y Machala en busca de respuestas, colocando carteles para encontrar algu- na pista. Incluso llegaron hasta Perú, sin resultados. Estaban destrozados. Ya había pasado un mes y 15 días sin resoluciones de las autoridades, “lo único que nos decían es que tengamos pacien- cia, que en algún momento va a volver cuando hayan pasado nueve meses. Una vez, el policía nos dijo que agradezcamos que el novio se la había llevado, porque ella no tenía la pasión por la carrera y que todo eso era pantalla, mi mamá lloraba y yo también”, lamentó Alexandra.

La falta del trato digno en torno a la desaparición de Luzmila eran evidentes, por lo que Alexandra decidió ir a la Fis- calía General del Estado en Quito, y con- versar con la coordinadora de desapare- cidos, Carolina Andrade. “En ese rato ella (la coordinadora) tomó contacto con el fiscal de Machala, era las 8:00 de la mañana y él recién se desayunaba la noticia de que mi hermana estaba desaparecida, y nosotros recién nos enteramos que la causa tenía que ser llevada por un fiscal…siempre creyendo que era la Policía”, manifestó.

En ese rato recibió todo el apoyo de las autoridades, cambiaron al investigador, y también la búsqueda se trasladó a Queve- do. Fue allí que la familia vio una esperan- za, algo estaba cambiando. Con este avance se hicieron los allana- mientos respectivos en la casa de la fami- liar donde Luzmila era huésped y de un presunto amigo; se revisaron las cámaras de seguridad aledañas al lugar de la des- aparición, pero de nada sirvió.

Una pista Pasaron siete meses, Alexandra insistía en el rastreo del teléfono y se logró. El móvil estaba en Huaquillas, no en Perú como se decía desde un principio. Pero encontraron el teléfono demasiado tarde. Ya habían pasado cuatro personas como dueñas del equipo. “Encontraron el dueño y fue deteni- do, pero esta persona logró demostrar a quien le compró el teléfono, las otras dos personas también indicaron lo mismo, pero el primer dueño del equipo, se con- tradice en sus versiones; en la Dinased dice que obtiene el teléfono el 13 de octu- bre, pero en la Fiscalía dice el 18, tampo- co logra probar como obtiene el celular… que se lo compró a un transeúnte”, dijo.

El primer sospechoso llega con un abogado y también interrogan a la novia, donde logran obtener datos sobre que ella estudia en la misma universidad que iba Luzmila, en la misma carrera y que ejerce la actividad de meretriz. Puede que esto haya servido para conseguir pistas, pero no fue así. Se perdió el ‘hilo’ de la investigación, cuando a la familia de Luzmila le quitaron el apoyo de la Dinased de Los Ríos.

Los fiscales rotaban por lo que ralentizó más la búsqueda. Finalmente no se detuvo a nadie, porque la desaparición involuntaria no era considerada un delito en aquel tiempo, era un acto administrativo (2017). Entre tanto tiempo que ha pasado se han proporcionado datos que luego son ignorados. En el 2018, Alexandra recibe una llamada de la Dinased sobre el para- dero de Luzmila, dato que tenía un informante, pero que había que comprobar, luego no se supo más de ese avance, pese a las insistencias de la familia. “Yo sabía que había un informante, pero parece que esa persona necesitaba dinero para comprobar si Luzmila esta- ba viva. Luego la Policía me dijo que sólo quería aprovecharse y no supe más de eso”, lamentó Alexandra.

Para la familia de Luzmila no hay día de descanso, siguen en el 10 de octubre de 2016, anhelando volver a verla y tener una buena noticia. Con el cambio de fiscal y la pandemia, la búsqueda es imposible. Si tienes información de Luzmila lla- ma o escribe al: 1800 DELITO (33 54 86) /desaparecidosec. (I)

Fuente: www.aldia.com.ec

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